El día en el que los periodistas se echaron a la calle

¿Os imaginaís un futuro sin periodismo, sin periodistas, sin democracia? ¿Estoy mezclando la velocidad con el tocino?

Cada 3 de mayo, desde 1993, se celebra en el mundo el día mundial de la libertad de prensa. La Organización de Naciones Unidas reconocía con la celebración de ese día el derecho humano a la información y el importante papel que juega la prensa libre y plural e independiente en todas las democracias.

La ONU ha convertido la fecha en el día en que se rinde homenaje a los periodistas que ponen en riesgo sus vidas por su profesión. Pero también nos ha brindado una excusa para reflexionar sobre el papel que los medios de comunicación juegan en nuestro día a día.

Sí, porque este año en concreto el día de la libertad de prensa se dedica a las nuevas voces, a nosotros, a nuestros lectores, y a los que no nos leen en Siria, Túnez o Egipto, periodistas o no, que están contribuyendo a  transformar las sociedad con su uso de las nuevas herramientas de comunicación.

Estamos hablando de las personas que han hecho ejercicio de su libertad de opinión y expresión en la nueva esfera pública, es decir, que dan el salto de los espacios virtuales de los muros de Facebook a la recuperada en las plazas de las grandes ciudades, que comentan con sus amigos lo que leyeron en la red e, incluso, crean por su cuenta videos protesta. Sí, estamos hablando también, una vez más, de las revueltas en algunos países árabes o del 15M, pero incluso estamos yendo más allá con todos los cambios que la revolución de las comunicaciones ha propiciado en el modelo social y político que habíamos heredado.

 El modelo de comunicación está cambiando y con él las personas, como hace tiempo ya presagiaban los nuevos soportes.  Ya nada puede concebirse sin ‘el padre, el hijo y el espíritu santo’ de nuestros días: la participación, la identidad y la pertenencia, palabras clave al hablar de redes sociales.

España en general, y Valladolid en particular, no son ajenas a esta transformación. Y como ejemplo un botón.

El pasado 14 de abril, la ciudad del Pisuerga fue la sede de la asamblea anual dela FAPE, la Federaciónde Asociaciones de Periodistas en España. La situación más que de celebración era de duelo. El sector de los medios de comunicación arrastra una crisis virulenta. El momento en que debe realizar la transición de un modelo tradicional a otro nuevo se produce en un contexto de una aguda crisis económica. Desde finales de 2008, 57 medios han echado el cierre y más de 6000 periodistas han perdido su trabajo en España. Hay miedo, porque además, las nuevas generaciones, llamadas a ser las protagonistas del cambio, se encuentran con trabajos precarios. Y es que cada año se licencian una media de 3500 nuevos periodistas para optar  solo 500 plazas vacantes. Es el mejor caldo de cultivo para un periodismo débil.

 Y a perro flaco todo son pulgas: a los despidos masivos y la precariedad se suma el reto de seguir haciendo un oficio con rigor y con ética, además de con muchas prisas. Los editores no tienden puentes de plata para que los empleados se adapten a las nuevas necesidades, sino que prescinden de ellos y su experiencia para colocar a becarios. Los medios de comunicación son hoy más permeables a las declaraciones enlatadas y, no nos extrañemos, la existencia de ruedas de prensa sin preguntas es un síntoma de la procacidad de los políticos.

A nadie debería extrañarle que decidieran salir por una vez a la calle, manifestarse, ocupando las plazas. En un descanso, sin necesidad de dejar de trabajar o cumplir su función, encontrar un hueco para hablar con su voz, de sus propias cosas y hacer un llamamiento a la sociedad a la que nunca han querido dar la espalda. Sin periodistas no hay periodismo, y sin periodismo no hay democracia. Porque manifestarse codo con codo con un periodista -se comparta o no su profesión- por un periodismo digno, es defender la democracia, el acceso a pie de calle a las parcelas de lo publico día a día, los 7 días de la semana, casi sin descanso.

En Valladolid se convocaron dos manifestaciones, una organizada por un pequeño grupo de amigos y periodistas a través de las redes sociales. Hablamos de Clara Saavedra, de Franca Velasco, de Beatriz Sanz Olandía o de Goyo Fermoselle, entre  otros y su pregón de ‘a las 15h en Fuente Dorada’; y  la otra manifestación, como consecuencia casi necesaria de la anterior, por parte de la Asociación de la Prensa de Valladolid (APV), organizada con prisas, con menos de 24 horas de margen y vía mail -debido a todas las reticencias iniciales- a las 11h en Ferrari 1. La historia se repite una y otra vez porque es el signo de los tiempos y hay quien vaticina una moraleja igual de parabólica para esta historia triste, pero no singular.

La solución no es clara, menos hoy con tantos nubarrones. Pero se dice, se comenta, se pronostica, que con tanta ruina mediática andante y tanto desmoche chapucero deben ser las ramas amputadas de los troncos las que busquen arraigar en la tierra desolada que dejen los grandes árboles al caer. Se habla del espíritu emprendedor como el nuevo motor de la misma profesión de siempre: un periodismo de calidad capaz de reinventarse con cada cambio tecnológico. Medios más pequeños y limitados, puede, pero todos los brotes son tiernos tras un incendio.

Libertad de prensa hoy y siempre es la libertad de entender los medios de comunicación y hacer un uso adecuado de los mismos en función de las circunstancias y las posibilidades que nos ofrecen. Nunca se ha dejado de hablar de lo mismo, bien por la ausencia o la presencia aparente de libertad.

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